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miércoles, 24 de septiembre de 2014

TAILANDIA..País de la eterna sonrisa.

Tras unos pequeños problemas y 11 horas después, llegamos  al aeropuerto de nombre impronunciable..."Suvarnabhumi" de Bangkok.
8´30 de la mañana, después de pasar inmigración, allí ya nos esperaba nuestro transporte y un calor intenso que superaba el 80 por ciento de humedad. Tras unos 45 minutos sorteando el horroroso tráfico llegábamos a Silom Road, dónde se encontraba nuestro hotel en una céntrica arteria de la capital. El contraste de la temperatura de la calle con la del lobby del hotel era exagerado, a los tailandeses les encanta el aire acondicionado, quien dispone de él..claro. Unas horas más tarde después de estar recuperados del jet lag, salimos del hotel. El calor y la humedad nos golpeó en la cara..Miramos hacia la derecha y la izquierda, decidimos dirigirnos hacía Lumphini Park, uno de los grandes pulmones de Bankok. Mientras paseabamos, éramos los blancos decenas de tailandeses intentando llamarnos la atención para ofrecernos todo tipo de cosas, desde taxi, tuk tuk, masajes, trajes a medida y otra clase de favores dada la cercanía del barrio rojo. Comprobamos in situ la actividad más conocida mundialmente, popular y peligrosa de Bangkok. Cruzar por un paso de cebra.
El enorme tráfico no respeta las señales y además los semáforos están apagados en muchos puntos. Para cruzar las calles debes armarte de valor, tragar saliva y lanzarte. Ellos controlan las distanocias y pararán a tu paso, a veces demasiado cerca. En esta jungla de coches todo vale, conductores sin protección, motos con 3 ó 4 pasajeros, con niños incluidos y claro está sin casco ninguno de ellos. Por fín llegamos a Lumphini Park de 58 hectáreas, comandado a su entrada por la figura de el rey Mongkut, (Rama VI) Un precioso parque que cuenta con dos lagos llenos de peces y lagartos monitor que nadan y pasean a sus anchas entre los visitantes.

Miles de plantas y flores sobre todo orquídeas símbolo de Tailandia, cubren el parque por completo. En su parte norte, varios santuarios repletos de ofrendas daban la Paz necesaria a varios tailandeses qué en ella presentaba en sus respetos a Buda. Salimos del parque y continuamos por Ratchadamis Road. El sudor me corría por la espalda, el calor era agotador pero eran más las ganas de conocer la ciudad. Los taxis de colores por cada día de la semana aparecían por todas partes reclamando la atención de cualquier caminante, haciendo sonar la bocina. Enseguida llegamos a la Avenida de Rama I, allí se encuentran varios enormes centros comerciales. Siam parangón, MBK y central World repletos de adolescentes, era sábado,  tomar algo en los distintos establecimientos y dejarse ver, es uno de sus pasatiempos. En uno de ellos se encuentra un gran Acuario. A unas cuantas manzanas no muy lejos de ahí, se encuentra Jim Thonson house, una mezcla de 6 casas tradicionales Tailandesas. Este hombre fué un arquitecto americano que se trasladó aquí tras la segunda guerra mundial para ayudar a la liberación de Tailandia y se interesó por la seda y tejidos del país. Creó su propia empresa. Expandió mundialmente la seda Tailandesa. Desapareció en la jungla, hay varias hipótesis que dicen que fué asesinado ó devorado por animales salvajes. Puede visitarse, hay un restaurante y una tienda de ropa de firma.. Un oasis de paz en medio de la bulliciosa urbe. Pegada a la casa se encuentra un Khlong ó canal. Una parada de barco se encuentra a unos 100 metros de la casa. Decidímos probar la experiencia del tuk tuk, tras pactar el precio con el conductor hasta nuestro hotel, como no decidió hacer lo que le víno en gana y tras unos 15 minutos jugandonos literalmente la vida a toda velocidad, incluso en sentido contrario por alguna calle, acabó llevándonos a otra punta de la ciudad y dejarnos a las puertas de una tienda de ropa con la excusa de repostar.
Es costumbre entre ellos tener acuerdos con tiendas a cambio de dinero o tickets para gasolina, claro está..engañando al cliente. Tras comprobar nuestro enfado, nos apeamos, pagamos y decidímos coger un taxi, baratísimo en esta ciudad, 37 Baths la bajada de bandera. Eso sí hay que recordarles que conecten el taxímetro, ellos son reticentes a ello, pero están obligados bajo petición. Después de una buena ducha reparadora de nuevo bajamos a visitar el mercadillo nocturno de Patpong, próximo al hotel. Casi 1km con cientos de puestos, abiertos hasta muy entrada la madrugada, con sus vendedores dispuestos a recatear hasta el final. Recomendado empezar por menos de la mitad de el precio solicitado. Se pueden conseguir auténticas gangas. Muy cercano también el barrio rojo de Bangkok, varias calles llenas de clubs, masajes y de chicas esperando captar clientes. Decenas de puestos de comida recorren también la zona de Este a Oeste.. Platos de arroz, nuddles y pinchos de todas clases a 20 baths, lo preparan en el momento y es una auténtica delicia. En Tailandia las comidas no son copiosas pero se come a todas horas. De nuevo en el hotel disfrutamos por primera noche de las magníficas vistas que nos brindaban los grandes ventanas de nuestra habitación, las luces de los rascacielos, el denso tráfico, el Sky train circulando elevado por las arterias de esta gran urbe..Una ciudad que nunca duerme.. Al día siguiente tras el desayuno, teníamos un bonito desafío. Disfrutar de la jungla en plena época de monzones. Eran las siete de la mañana cuando Villy, una Tailandesa de unos 50 años se nos presentó en recepción del hotel. Con el saludo tradicional.." el wai Prah"..juntando respetuosamente las manos y reclinando la cabeza a la vez que pronunciando un hola!.."sawadee ka" para la mujer ó " sawadee krup".. dirigido al hombre. Sería nuestra guía en esta experiencia. Montamos en la furgoneta de marca Honda exacta las miles de furgonetas que se ven por el país, enseguida salimos de Bangkok y tomamos una autovía dirección al noreste. Nuestro destino, el parque nacional de Khao Yai. El frío del aire acondicionado dejaba helado. Por la ventanilla se podían ver decenas de motos entre los vehículos, algunos incautó sin casco. Autobuses de colegios estrabagantemente rotulados con dibujos de manga. Vehículos pick up con trabajadores apiñados esperando llegar a sus puestos de trabajo. Casas espirituales en la puerta de cada taller, negocio, empresa o colegio. Dejamos atrás la civilazación y entramos en la espesa naturaleza. Llegamos al Centro de Protección de elefantes de Khao Yai, allí una elefanta de 80 años nos recibió con entusiasmo al ver que portábamos cestas con comida. Enseguida se hizo íntima amiga nuestra. Los elefantes son agradecidos y tienen una increíble memoria.

En Tailandia los elefantes representan fuerza, sabiduría y protección.  Se dice que antes del tsunami del 2014, elefantes que participaban en una excursión,  comenzaron a llorar. Cogieron con la trompa a los turistas, se los subieron al lomo y hecharon a correr hacia las montañas,  les salvaron las vidas. También son empleados para trabajos agrícolas dónde no es accesible la maquinaria. Llegamos al parque nacional,  la estrecha carretera discurría entre una vegetación salvaje que iba comiendo terreno al asfalto, señales con posible cruce de elefantes o monos nos advertía.
Enseguida aparecieron familias enteras de monos acercándose al vehículo interesados por algo que comer. Continuamos hasta view point Khao Yai, dónde se observaba todo el Parque Nacional desde la altura. Muy cerca del centro de interpretación dónde nos esperaba un guarda del parque retirado de unos 60 años, que nos haría de guía en plena jungla.


Conocedor de ella palmo a palmo, ataviado con ropa de camuflaje y armado con un revólver y un gran machete para los animales salvajes que pudiesen aparecer. Se montó con nosotros en la furgoneta y comenzó a mostrarnos álbunes de fotos que sacaba de su raída mochila..Con otros turistas o en sus viejos tiempos como guarda con algunos de los animales del parque. Ordenó parar y  enseguida entramos en plena jungla. El sol se filtraba entre las ramas de los altos Ficus de más de 100 años, pronto la espesa vegetación daría paso a la plena oscuridad, el ruido de los insectos y algunas aves era ensordecedor. Las plantas trepadoras y raíces colgaban desde lo alto.


De repente se hizo la noche y un fuerte trueno retumbó. Se hizo el silencio y no nos dió tiempo a colocarnos los impermeables y resguardar la mochila cuando comenzó a llover a Manta. El ruido del agua golpeando con las hojas y el olor a húmedo lo impregnaba todo. Continuamos andando, algunas raíces hacían que saltásemos por encima, el agua comenzaba a correr entre los pies. Tras más de una hora ya mojados por completo, salimos a una llanura con un espeso matorral dónde podía verse la huella del paso de elefantes salvajes. Una densa niebla envolvía ahora la jungla que habíamos dejado atrás, varias horas más tarde ya en el vehículo, Villy nuestra guía, decidió llevarnos de camino de vuelta a un mercadillo flotante. Nos confesó que este no era turístico sólo tailandeses, aunque nos recibieron con una sonrisa. Tiendas de ropa vieja, puestos de comida, fruta.. Unos niños nos ofrecieron un biberón con algo que se asemejaba a leche, cuál fué nuestra sorpresa cuando vimos que se trataba de dar de comer a los peces y tortugas de un estanque. Una hora más tarde llegamos a Bangkok todavía mojados por la lluvia y algo cansados aunque muy satisfechos con la experiencia.  Al día siguiente había que hacer una visita obligada en Bangkok y sus palacios..


Wat pha, Wat pho y Wat Arun..Este primero es el gran palacio , uno de los monumentos mas importantes de Bangkok y construido por el rey Rama primero y ennoblecido por sus sucesores. En él se encuentra el Templo del Buda Esmeralda, el what pho es famoso por el Gran Buda reclinado de 45 metros de longitud. El Wat Arun, templo con una aguja de 104 metros de altura está cubierto de porcelana, su mejor vista es de noche pero para visitarlo hay que cruzar el río Chao Praya. Exhaustos por el calor entramos en un pequeño local frente al Palacio Real, nos sentamos en una mesita ante un ventilador a toda marcha y pedimos varias bebidas que consumimos casi de un trago. La amabilidad de la señora que servía era tal que nos quedamos a comer. Tras descansar y bajar la temperatura corporal, nos acercamos al muelle dónde cogimos el ferry de la línea de bandera naranja. Cuesta 17 Baths, un buen sistema de transporte bueno, bonito y barato.
En el trayecto se puede observar el río Chao Praya cubierto en algunos puntos de vegetación y algas. Se pasa ante el Wat Arun, barcos de transporte, pescadores u otros tours privados no dejan de circular arriba y abajo. El sonido de una lata llena de monedas agitándose llegaba hasta nosotros, era la señora que cobraba los billetes, se deslizaba con sorprendente agilidad entre la gente que se agolpaba en el barco. Pagamos y a cambio nos entregó unos pequeños sellos..eran los billetes. Hay que estar muy pendiente de las paradas, los carteles con el nombre son muy discretos y a veces no se ven bien. Bajamos y una oleada de chicos vestidos con uniformes de colegio volvían hacia sus casas, casi se hacía difícil sortearlos por la acera. El denso tráfico y el calor hacía un poco irrespirable el ambiente. Esa misma noche teníamos una cena tradicional con danza tailandesa, dos parejas más y una chica italiana afincada en Barcelona nos acompañaría en el evento. El lugar era elegante y muy bonito, un gran patio con luces, un estanque con peces de colores y unos porches de madera.
El comedor era amplio con un escenario, la cena era tipo degustación en muchas tazas repartidas. Bastante decepcionante incluido el espectáculo. Al acabar nos desplazamos hasta el Lebua at state Tower Hotel al comienzo de la avenida Silom, allí se encontraba el bar Sirocco una de las mejores vistas de Bankok. Restaurante y terraza situadas en la planta 68 de este hotel, se puede cenar (hay que reservar con antelación) o tomar una copa en la terraza (para esto último no es necesario) hay que vestir bien, la consumición media de una cerveza son 9 euros. Era una noche despejada, había actuación, las vistas eran increíbles y la buena compañía invitaba a pasar un buen rato agradable.
Era nuestra última noche en Bangkok y no había mejor manera para despedirnos que admirar la ciudad desde las alturas.
26 de agosto, la furgoneta volaba de camino al aeropuerto. Cogimos el avión a la hora prevista, apenas una hora y cuarenta minutos después aterrizamos en Phuket, esta isla que conecta a la península mediante un puente. Ahí una chica tailandesa que aparentaba tener unos 12 años, nos recibió y enseguida tomamos camino hacia Karon beach, por el camino nos relataba cómo había quedado la isla tras el tsunami del 2014. Llegamos a nuestro hotel sin ningún lugar a dudas el mejor en el que estado. La humedad aquí era mucho menor, el servicio nos acompañó a nuestra habitación muy atentos y respetuosos hasta el punto de apartarse para que pasásemos con el saludo Wai Prah. Dejamos el equipaje y bajamos a toda prisa a observar nuestra ansiada playa de cocoteros y de arena blanca.

A esa hora no había apenas nadie y pudimos pasear tranquilamente mientras oscurecida. Los días siguientes disfrutamos de la playa aunque las enormes corrientes la hacían peligrosa,  algún bañista era rescatado. Disfrutamos del entorno de karon, sus puestos de comida y postres dulces de los que probamos la mayoría de las noches. Probamos el típico masaje tailandés, en la cultura tailandesa los masajes se enseñan en la escuela, muchos luego ya se dedican a ello, es bastante intenso pero no hacen daño.  Conocen todos los puntos de presión que afectan a los otros órganos del cuerpo.  (una hora por unos 300 Baths). También comprobamos el trabajo de los peces haciéndonos una limpieza de pieles muertas en los pies muy divertido.. (20 minutos 100 Baths.2,50€)
Paseamos por Kata, cercana localidad de Karon beach, calles salpicadas de pequeños puestos de artesanía tailandesa, de equipaciones acuáticas, como no puestos de comida. Encontramos una preciosa criatura paseando con su dueño, un jovencito elefante que a cambió de unos pocos Bahs, podías darle de comer. Muy cariñoso el animalito. Oscurecía  poco a poco y los relámpagos dibujaban las siluetas de las nubes en el cielo, las primeras gotas comenzaron a caer. Muchas torres de luz con sus cables colgaban casi hasta el suelo de las calles de kata, chisporroteaban al contacto con la débil lluvia que caía en ese momento. La lluvia empezó a arreciar así que decidimos tomar camino de vuelta, esta noche había que descansar al otro día teníamos otra intensa experiencia. Conoceríamos las islas Phi Phi.
 31 de agosto, 7:00 de la mañana, esperábamos en recepción cuando casi de inmediato preguntaron por nosotros, montamos en la furgoneta del turno, cruzamos toda la isla de Phuket y nos dirigimos al puerto. Allí nos distribuyeron en varias embarcaciones, montamos unas 12 personas y cuatro tripulantes tailandeses que en un inglés básico y bastante atendible nos explicaron lo que íbamos a visitar. Fruta y bebida fresca se encontraban en una nevera a disposición nuestra. Otra gran cesta de equipos de snorkel  aunque nosotros nos habíamos llevado los nuestros. Cincuenta minutos aproximadamente nos costó llegar a Kho Phi Phi Lee, nos ataviamos con los equipos y nos echamos al agua. El lugar era increíble, unas gigantes rocas nacían verticalmente del agua transparente, miles de corales y peces de colores alfombraban el fondo. Curiosos se acercaban entre nosotros, el agua estaba en calma era como una gran piscina natural. Se nubló rápidamente y comenzó a llover, el efecto de las gotas golpeando con el mar era extraño pero a la vez emocionante...(mas no podíamos mojarnos). A continuación nos dirigimos hacia la playa donde Leonardo DiCaprio rodó el film, "la playa",  la arena era polvo blanco, el agua de un azul turquesa cristalina mostraba el fondo.
Apenas había olas.. la pena eran las decenas de lanchas similares a la nuestra con cientos de turistas atracadas en la playa, cámara en mano. Recorrimos la isla entre su densa vegetación, algunas personas aún viven allí en un discreto campamento. Tras una hora tomamos rumbo a Kho Phi Phi Don, pasando por la isla de los monos, mientras realizabamos el acercamiento a unas paredes cubiertas de vegetación, comenzaron a aparecer divertidos colgando de algunas ramas obsevandonos desde la distancia. Seguimos hasta Kho Phi Phi Don, dónde comimos.. Lo mejor nos esperaba al final. La preciosa isla de Bamboo, otra playa de agua tranquila y transparente perfecta para la práctica de snorkeling, los corales y peces de mil colores invitaban a sumergirse en ella hasta el agotamiento.  De hecho estas islas están catalogadas como alguna de las mas bellas del mundo.
Regresamos camino a Phuket algunos pescadores nos saludaban en alta mar de Andamán, en sus barcas tradicionales tailandesas con sus lazos de colores para atraer la buena suerte, lanzaban su redés..Estábamos agotados, se me cerraban los ojos pero la fría brisa y el fuerte ruido de los 700 centímetros cúbicos de los tres motores de lancha impedían soñar despierto con todas esas imagenes vividas. Una de los mejores experiencias de mi vida que jamás olvidaré! El día siguiente era el último y había que hacer algo especial así que contratamos un Tuk Tuk para que nos llevase a Cabo Promthep, al sur de phuket..haciendo una primera parada en Kata View point. Allí disfrutamos de la puesta del sol, otra para grabar en las retinas..

 Ahora mientras escribo se me agolpan los recuerdos, tan intensos y todavía tan frescos.  Hemos abierto las puertas de esa Asia desconocida, si me preguntan si ha sido mejor o peor.. Ha sido completamente distinto, hemos conocido una urbe de contrastes, moderna y a la vez anclada en el pasado. Ante todo muy tradicional, hemos conocido una auténtica jungla en plena temporada de monzones, islas paradisiacas de fina arena blanca y agua turquesa, hemos Interactuado con elefantes, monos, peces y otros animales. Sobretodo hemos conocido y disfrutado de carácter afable, cordial, acogedor y respetuoso de los tailandeses siempre con esa sonrisa en la cara..



3 comentarios:

  1. Asia toda una experiencia, espero que no sea la única la deThailandia, ha sido alegre , divertida, húmeda, calurosa, picante.... llena de nuevas impresiones, como adentrarse con nativos en una jungla, tocar y dar de comer a un elefante, ver atardecer en el océano indico, nadar entre corales y peces de múltiples colores en una de las islas más bonitas del mundo. Conocer su cultura y filosofía de vida, visitando los templos y sus budas,llorar a rabiar por el picante, pasear bajo los monzones,...

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  2. Me encanta Asia. Conozco India y China pero me faltan muchos sitios, entre otros Tailandia. Gracias por compartirlo. Me podeis dar vuestra opinion para viajar con niños. Sobre el tema Guerra y seguridad, ¿como está la cosa ahora?

    Saludos,
    GranPumuki

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  3. Tailandia es un pais supersegur, el golpe de estado es inexistente hacía el turismo. Se puede viajar perfectamente con niños, el único problema son las 12 horas de viaje que pueden hacerse muy pesadas para los niños. La sensacion de humedad en monzones es superior al calor. Por lo demas todo es perfecto. ? Y muy barato. Alojamientos de lujo a precio bajisimo en proporción a los de aquí y la comida, taxis, excursiones, visitas...te lo recomiendo..

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